El ciclo menstrual (el conjunto de procesos que se dan entre un sangrado y el siguiente) dura por término medio unos 28 días, aunque en realidad el 30% de las mujeres lo tiene “largo”, otro 30% lo tiene “corto” y en un 10% es irregular o variable.
El ritmo de 28 días clásico es similar al de las fases lunares, que se repiten cada 29 días, 13 veces al año, y al igual que podemos constatar la influencia del ciclo lunar en el fenómeno físico de las mareas, y apreciar la sincronía que han establecido con él numerosas plantas y animales (preferencia hacia determinada fase lunar para la germinación, el apareamiento, el desove…), la asociación entre los ciclos menstrual y lunar es tradición de las culturas más diversas, y es común a varias lenguas denominar con la misma palabra que significa “luna” a la menstruación. Nuestro propio término “menstruación” refleja esa conexión, con su raíz indoeuropea me- que refiere a “luna” y “mes” (en inglés moon y month) y también a “medir”.
Ciclos de la luna
Reconocer el influjo de la Luna en la actividad humana es parte de un saber ancestral que no es más que la simple aceptación de un vínculo que nos une al entorno y a los demás seres vivos. La sincronía de periodos lunar y menstrual ofrece una conexión potente con las fuerzas de lo cíclico: la luna creciente asociada a la energía de iniciar y fortalecer, la luna llena como momento de máxima expansión y exteriorización, la luna menguante como tiempo de recogimiento y desapego, la luna negra que invita a la receptividad, la depuración y la visión interna.
Actualmente sabemos que las lunas llena y menguante influyen tanto en el crecimiento de las plantas como en el estado de salud. Esa influencia llega también a la mujer a través de la menstruación. El vínculo de los cuatro estados por los que pasa la luna (nueva, creciente, llena y menguante) se relaciona con las cuatro fases por las que pasa la mujer en su ciclo menstrual (entre una regla y la otra).
- Nueva: Luna negra, la fase premenstrual con la potencia de la Chamana relacionada con el arquetipo de la sabia, de la bruja. Es una etapa de profunda transformación interior, de oscuridad en la que se generan todas las formas de la existencia. Es un momento pasivo, de introspección, cuando las energías físicas están al mínimo, pero se activan todas las psíquicas. Es un momento perfecto para desprenderse de lo viejo e inservible, y para sentir, para estar en silencio y percibir la energía de todo lo que nos rodea, para dejar la acción y estar receptivos.
- Creciente: La luz crece. Está asociada con el arquetipo de la virgen, la que esta receptiva a cualquier experiencia nueva, con énfasis y alegría. Aquí empiezan a manifestarse las energías que hemos recibido en la etapa de la bruja. Es un tiempo de acción física y social, para ponernos en movimiento, para emprender cualquier idea, proyecto o deseo que haya surgido el estado de interiorización. Ahora la energía es radiante, mundana, y extrovertida. La semilla que plantamos ha brotado.
- Llena: La luna es un espejo, refleja toda la luz del Sol, es el momento de plenitud de florecimiento, el tiempo de los frutos. Son los días en torno a la ovulación con la que asociamos al arquetipo de la madre, la que nutre y sustenta todas las formas de vida. La energía está en su máximo esplendor. Si en este momento estamos equilibrados podemos percibir las energías más sutiles y elevadas, captar las relaciones con los demás de una forma sencilla, humana y plena. En esta etapa aumenta nuestra sensibilidad.
- Menguante: Es el momento de recoger los frutos, de evaluar lo que sembramos consciente e inconscientemente. La etapa preovulatoria, asociada al arquetipo de la doncella con su aspecto más dinámico . La que puede experimentar toda la energía sexual sin miedo, libremente.
El ciclo lunar se cierra, y en esta etapa comenzamos a dirigir de nuevo toda la energía hacia nuestro interior. Es hora de purificar, de relajarnos, centrarnos, y compartir aquello que hemos aprendido, y conectar con nuestros deseos para volver a sembrar.
Alrededor del mundo, las mujeres menstruamos y ovulamos en todas las fases de la luna, y la gracia reside en descubrir lo que significa esto para cada una, desde nuestra experiencia interna y subjetiva.
Observar, sentir y conocerte…
Cuando dirigimos nuestra mirada hacia dentro y escuchamos cada vez más atentamente lo que sentimos, lo que quiere y necesita nuestro cuerpo, lo que fluye fácilmente en un momento dado y lo que no… empezamos a reconocer íntimamente esa ola cíclica que nos atraviesa, tanto en relación a la danza de nuestras hormonas, como en relación al flujo y reflujo del ciclo lunar.
Judith Serra
Vengo de un mundo de construcciones sociales. Estudié trabajo social y sociología aunque mi infancia ha estado influenciada por el naturismo y la teosofía.